RELIEVE DE SAN LUIS
Cuestionario:
1. Determinar
la ubicación y características físicas de la Sierra de San Luis
2. Puntualizar
las características físicas y económicas de las Sierras de Comechingones
3. Realizar
un cuadro comparativo entre las sierras menores de San Luis considerando:
ubicación, aspecto general del sistema y principales encadenamientos.
4. ¿Cuáles
son las formas relieve plano? ¿Qué actividades económicas se practica en cada
uno de ellas?
5. Realizar
un cuadro o esquema con las características generales del relieve de San Luis
considerando su ubicación geográfica
Características Generales
Muchos elementos participan de los variados paisajes
de la provincia, pero es evidente que las sierras son piezas fundamentales de
los mismos. Gracias a ellas y su disposición en el espacio, los paisajes toman
formas.
Las cumbres, cuya altura mayor alcanza los 2.150 m
(cerro Agua Hedionda), interceptan las masas de aire húmedo provenientes del
Atlántico obligándolas a trepar por ellas y provocando lluvias orográficas.
Estas son las que alimentan la compleja red de arroyos que descienden de las
sierras de San Luis y Comechingones, beneficiando las húmedas quebradas en
donde se desarrolla una vegetación muchas veces exuberante. Finalmente, a su
abrigo se amparan las ciudades y pueblos organizadores de la economía.
El conjunto orográfico predomina en la mitad norte de
la provincia. Allí la sierra de San Luis, "la unidad física más
típicamente puntana" (Capitanelli y Zamorano, 1972), y la de Comechingones caracterizan el paisaje. A
éstas se les suman unidades menores alineadas al noroeste como Alto Pencoso,
Guayaguas, Cantantal, Colorados, Quijadas y Gigante, sierras bajas que enmarcan
depresiones semidesérticas.
El Valle de
Concarán, extensa planicie entre las sierras de San Luis y Comechingones, está
accidentada en su porción sur por pequeñas serranías, tales La Estanzuela,
Portezuelo, Tilisarao, y el complejo sistema del cerro El Morro.
El gran conjunto montañoso culmina a los 33° 20'de
latitud. No obstante, más al sur, en la travesía puntana, se encuentran
sierritas inferiores a los 800 m de altura: cerro Lince y Charlone, sierra de
Várela, Tala y pequeñas elevaciones como Alto Salagria, Alto del Pozo Peje,
etc.
Las sierras, con su estilo de vida serrana propia y
óptimas posibilidades para el turismo, ocupan un cuarto, aproximadamente, de la
provincia.
Entre las sierras de Comechingones y San Luis, cabe
destacar el valle de Concarán, fosa rellenada de notable uniformidad. Está
ampliamente abierto al norte por lo cual sus poblaciones y economías mantienen
estrechos vínculos con los mercados cordobeses. Hacia el sur, la comunicación
con la llanura está restringida por ese eminente centinela del espacio que es
el cerro El Morro.
Al oeste, la sierra de San Luis y el grupo de Alto
Pencoso, Gigante y Quijadas, enmarcan las depresiones de Candelaria al norte y
la Pampa de las Salinas al sur, interconectadas. Separadas de estas por el
umbral de San Pedro, una divisoria de agua casi imperceptible, a partir de
Nogolí, se extiende la depresión de la Salina del Bebedero. Estas unidades
están cubiertas, parcialmente, por un monte xerófilo que se torna más ralo a
medida que, hacia el noroeste, el balance hídrico (relación evapotranspiración
y precipitación) se hace menos favorable.
Transponiendo
el rosario de sierras mencionadas, hacia el oeste la depresión del Desaguadero
acompaña al río del mismo nombre hasta las proximidades de la confluencia con
el Tunuyán.
En la parte central de la provincia, una amplia
planicie pedemontana enlaza las sierras con la llanura. Sus excelentes
condiciones para las actividades agropecuarias son evidentes a lo largo de la
ruta nacional número siete. El paisaje, especialmente en el llano mercedino,
pone de manifiesto un alto grado de organización.
Más al sur se extiende una llanura ondulada que en su
franja oriental está salpicada por una importante constelación de lagunas de
deflación; es decir, obra del viento que excavó las arenas hasta la napa
freática y las rodeó de médanos.-
LA SIERRA
DE SAN LUIS
Del conjunto orográfico sobresale la sierra de San
Luis, unidad netamente puntana, ya que no se extiende más allá de los límites
interprovinciales. Es la última gran manifestación de la región de las sierras
pampeanas que se inicia en el Aconquija en la provincia de Tucumán. Valorada
por el hombre, fue hito indiscutible en la ocupación del espacio a lo largo de
la historia sanluiseña.
Esta sierra presenta una forma ovalada que se estira
en dirección noreste-suroeste y termina finalmente en la proximidad de la
ciudad capital. De gran extensión (cubre casi 10.000 km2), muestra un mundo
distinto de caminos solitarios y conjuntos de picos montañosos que sobresalen
de planicies cubiertas de coirones. Tres son los elementos que caracterizan
esta sierra: a) un conjunto complejo de fallas que la han dislocado en diversos
bloques con distintos grados de elevación; b) planicies de altura
(peniplanicies o "pampas"), restos de una geoforma anterior en el
tiempo y que ocupó un área de mayor extensión; y c) grupos de picos volcánicos
que iniciados en La Carolina descienden en dirección sureste hasta culminar en
el cerro El Morro, en plena planicie del valle de Concarán.
La sierra no guarda simetría entre sus vertientes
oriental y occidental y expone hacia el oeste un escarpado borde al pie del
cual se apoyan las pequeñas localidades pedemontanas que miran hacia el
poniente (Lujan, San Francisco, Nogolí). Hacia el este, la sierra se ha volcado
descendiendo la pendiente gradualmente, "según suaves pampas, que
individualmente están separadas por marcados resaltos; por último, dicho
declive se pierde in-sensiblemente bajo los depósitos pedemontanos de la
depresión oriental" (el Valle de Concarán).
La mencionada pendiente hacia el este no es la única
en el ámbito serrano. Una larga fractura sobre la cual se alinean conos
volcánicos (Tomolasta, Sololosta, Cerros del Rosario, entre otros) provoca
declives en rumbos opuestos. Esto se manifiesta en Carolina donde se percibe
una divisoria de aguas. De esta localidad los ríos toman dos direcciones
preferentes: norte y sureste.
La sierra de San Luis es un antiguo macizo que
participó de un conjunto más amplio del que actualmente ocupan las Sierras
Pampeanas.
Basamento cristalino de origen precámbrico se
presenta como una muestra de todo el conjunto serrano. La sierra surgió en la
era Paleozoica. Movimientos tectónicos antiguos la elevaron sobre un ámbito de
geosinclinal reborde del antiguo macizo de Brasilia.
Desde su plegamiento como montaña paleozoica hasta el
ciclo terciario (en la era Cenozoica), la sierra sufrió una permanente e
intensa erosión que en el caso más extremo la convirtió en una extensa
penillanura. Fue un período geológico largo y de tranquilidad durante el cual
los agentes erosivos (agua, viento, etc.) acabaron por eliminar casi totalmente
el conjunto orográfico original.
Posteriormente, durante la fase andina
(Cenozoico) se produjeron los primeros movimientos tectónicos con ruptura de
bloques que ascendieron como resultado de un sistema de fallas de dirección
norte-sur. El desnivel entre los bloques descendidos y ascendidos fue muy
grande, 2.000 m.
Elocuente ejemplo es el paredón terciario (en la era
Cenozoica), la sierra sufrió una permanente e intensa erosión que en el caso
más extremo la convirtió en una extensa penillanura. Fue un período geológico
largo y de tranquilidad durante el cual los agentes erosivos (agua, viento,
etc.) acabaron por eliminar casi totalmente el conjunto orográfico original.
Posteriormente, durante la fase andina
(Cenozoico) se produjeron los primeros movimientos tectónicos con ruptura de
bloques que ascendieron como resultado de un sistema de fallas de dirección
norte-sur. El desnivel entre los bloques descendidos y ascendidos fue muy
grande, 2.000 m.
Elocuente ejemplo es el paredón serrano occidental,
bien visible desde la ruta que une la ciudad de San Luis con Quines,
especialmente a la latitud de la localidad de Nogolí. Luego de elevada, la sierra,
como casi todas las sierras Pampeanas, fue basculada (inclinada) hacia el este.
Así se originó la rampa general que asciende de oriente a occidente para caer
abruptamente a las depresiones del noroeste.
Otro sistema de fallas, siempre consecuencia de la
orogenia andina, esta vez de rumbo noroeste-sureste afectó, también, a la
unidad. Los conos volcánicos andesíticos, que comienzan en La Carolina con el
Solosta y El Tomolasta y continúan con el Rosario hasta culminar en El Morro,
están alineados en una de estas fracturas.
La penillanura, superficie irregular, relicto del
antiguo relieve arrasado por la erosión, se elevó con el ascenso general de los
bloques que conformaron posteriormente la sierra. La parte superior de estos
bloques son espacios chatos salpicados de lomas y valles profundos que las
cortan y le quitan continuidad. Estas planicies de altura cubiertas de
sedimentos forman las "pampas" de la sierra, como la Pampa de las
Invernadas, Gas-parillo, del Tamboreo, etc.
EL SISTEMA
DE COMECHINGONES
La forma y origen de la sierra de Comechingones es similar
a la de San Luis. "Responden al estilo tectónico de todas las sierras
pampeanas, macizos antiguos de la Argentina. Es decir, son complejos de bloques
diferencialmente levantados y basculados hacia el este, generalmente"
(Capitanelli, R. y Zamorano, M. 1972). Penetra al territorio provincial en el
Cerro de las Ovejas (2.260 m), en el ángulo serrano que enmarca a Merlo-Piedra
Blanca. Conforma un prolongado paredón montañoso que presenta dirección
norte-sur por cuyo borde occidental corre el límite con la provincia de
Córdoba. Las alturas decrecen paulatinamente en la misma dirección (cerro Toros
Muertos, 1.940 m; del Horno, 1.635 m) y termina en territorio puntano, en el
arroyo de la Punilla como una pequeña manifestación montañosa. Igual que la sierra
de San Luis, la de Comechingones tiene una forma disimétrica con abrupta
pendiente hacia el oeste observable desde todo el valle de Concarán y un
declive hacia el este, en territorio cordobés, introduciéndose
imperceptiblemente en la llanura pampeana. La orientación general de los dos
conjuntos mencionados convierte al valle de Concarán en un prolongado corredor al
abrigo de las sierras donde las temperaturas extremas se alivian en comparación
con la planicie. La falda de Comechingones es muy pintoresca. Su frente combina
el tono grisáceo de la roca en la parte superior con el verde intenso de la
vegetación que asciende en altura hasta los 1.300 metros. El monte serrano,
abundante, se beneficia de las condiciones térmicas menos extremas,
precipitaciones más abundantes e incontables arroyos que descienden de la sierra.
Aprovechando estos últimos, numerosas localidades se recuestan a lo largo de la
magnífica sierra.
LAS SIERRAS
MENORES
En la presentación del relieve se han señalado tres
grupos menores: las sierras del valle de Concarán, las del noroeste, y las
sierritas del sur. Las del valle de Concarán se reparten la porción sur del
mismo; ellas son, de norte a sur: de Tilisarao, La Estanzuela, del Portezuelo,
cerro El Morro y sierras de Yulto. Domina este grupo disperso El Morro, el
único de altura considerable, aproximadamente 1.600 metros sobre el nivel del
mar. Las de Tilisarao, del Portezuelo y La Estanzuela son estrechas, alargadas
y mantienen una dirección general noreste-sureste.
Son sierras cristalinas (rocas graníticas y
metamórficas) que se elevan sobre la planicie sedimentaria que conforma el
valle. Portezuelo, pequeña loma de nueve kilómetros de largo por tres de ancho,
contrariamente a las de-más sierras pampeanas, está basculada hacia el oeste y
presenta hacia oriente un abrupto de cincuenta metros de altura. De la misma
composición de rocas cristalinas es la sierra de Yulto, la cual se desprende en
dirección sur desde el cerro El Morro en una extensión de 50 km de largo. Su
altura máxima alcanza los 350 metros sobre el entorno. Expresiones menores son
las lomas del Carrizal, a continuación de Tilisarao.
Estos relieves son, en general, lomadas bajas,
dispersas en la planicie, a excepción de El Morro cuya silueta se recorta en el
espacio agrario del valle del Concarán. Sierra de bloque, tiene forma de
"cono truncado" (Capitanelli y Zamorano, 1972), y una depresión en su
parte superior, el Potrero del Morro, salpicado de pequeños conos volcánicos
originados a partir de un sistema de fracturas. Esta sierra se eleva a 950
metros sobre el relieve circundante y presenta pendientes pronunciadas que
dificultan su acceso.
El otro grupo de sierras menores se ordena entre las
depresiones semidesérticas del noroeste correspondiente a los departamentos de
Ayacucho y Belgrano. Allí se presenta como un sistema montañoso bajo e
intensamente trabajado por la erosión. Desde el norte se alinean las sierras de
Guayaguas y Cantantal, en los límites con San Juan. Son sierras plegadas
(anticlinales) y bastante regulares, con rumbo general norte-sur. Distanciada de
éstas aparece la sierra de las Quijadas, un amplio domo "vaciado" en
su núcleo central por la erosión hídrica. El vaciamiento se produce por una
extensa quebrada que escurre las aguas estacionadas hacia el río Desaguadero.
Tan original es esta unidad ha sido convertida en parque nacional.
Al sur de la sierra de las Quijadas se localiza la
del Gigante, de la cual se desprenden las cerrilladas de las Cabras y de Alto
Pencoso. Este grupo constituye una evidencia del antiguo basamento cristalino
que emerge una vez más superficialmente. Tiene forma de domo y en sus laderas
se realizan actividades de extracción (calizas). Todo este cordón, del cual se
han mencionado sus unidades principales, se va desmembrando en unidades
menores.
En la extremidad meridional de la provincia, un
conjunto aislado de sierras presenta otra fisonomía. Pequeñas y diseminadas
sobre la extensa planicie es de una notable monotonía, a excepción de la de
Várela, alejada y localizada frente al encuentro del Tunuyán con el
Desaguadero. Tiene forma similar al de las sierras pampeñas: un faldeo
occidental muy abrupto y una inclinación hacia el este. Bloques menores de
estructura semejante son el Cerro Charlone, Lince y numerosas lomadas o altos
(Alto del Pozo Peje, Alto Salagria). El grupo mayor de estas unidades menores
se ubica al norte de la sierra de Várela, entrando en contacto con la de San
Luis, de la cual son su continuación hacia la porción austral de la provincia.
PLANICIES Y
DEPRESIONES
El valle de Concarán es una fosa tectónica rellenada,
según se ha dicho, entre los pilares de Comechingones, San Luis y El Morro, con
una longitud de 60 km y un ancho que oscila entre 20 y 25 km. Su fondo es una
planicie sedimentaria, suavemente inclinada desde los 1.000 m de altura sobre
el nivel del mar al este y 600 al oeste, interrumpida en su continuidad por las
"sierras vallistas" (Tilisarao, Estanzuela, Portezuelo, etc.). Posee
óptimas condiciones para las actividades agropecuarias, por lo cual es motivo
de explotación en su mayor extensión. Aparte de la crianza de ovinos, bovinos,
caprinos y equinos, menudean los cultivos de cereales y forrajeras,
principalmente.
Al sur, el espacio pedemontano que desciende
suavemente desde la sierra de San Luis y El Morro, se diluye en la planicie
mercedina, unidad verdaderamente llana de aproximadamente 4.000 km2 y en cuyo
centro se localiza la ciudad de Mercedes. Este es un espacio intensamente
trabajado por el hombre y que se halla bajo cultivos y actividades ganaderas.
La extremidad meridional de la provincia es el
dominio de la llanura ondulada por médanos fijos o semifijos, que disputan el
espacio a las actividades agrícolas y ganaderas. Particularmente al este, en el
límite con la provincia de Córdoba, en una franja de treinta kilómetros
aproximadamente, se practica una ganadería mayor seleccionada. Más
recientemente, en el mismo espacio, han comenzado a expandirse cultivos de
forrajeras que hacen recordar la triste experiencia del "terralfar"
puntano borrado por célebres sequías en la década del treinta.
El noroeste corresponde a un área de depresiones
tectónicas (fosas) similares al valle del Concarán por su origen. El eje de las
mismas une la cuenca de la Pampa de las Salinas/al norte, y la de la Salina del
Bebedero al sur. Hacia estas cuencas cerradas derivan las aguas superficiales
en épocas de lluvias cuando los cañadones secos se convierten en arroyos bajo
las crecidas. Las salinas son los elementos más destacables del paisaje.
Causa fundamental en el desarrollo fueron los cambios
climáticos que afectaron a la provincia y el resto del país. En el caso
concreto de San Luis las precipitaciones se hicieron cada vez más escasas y
dieron lugar al desarrollo de médanos que trastornaron el escurrimiento de las
aguas. De este modo, antiguos lagos se secaron por evaporación dando lugar a
los depósitos de sales. Estas constituyen actualmente una fuente de recursos
que la provincia ofrece al país y beneficia su propia economía.
Todo lo descripto pone en evidencia una provincia con
gran variedad de formas de relieve, muchas de las cuales tienen importancia
económica. Del interior y los bordes serranos se pueden extraer minerales y
rocas de aplicación, mientras se desarrolla una próspera actividad orientada al
turismo. En el amplio valle de Concarán y las planicies tienen lugar las
actividades agrícolas y ganaderas.
Las distintas unidades geomorfológicas que aparecen
en territorio puntano sufrieron, a lo largo del tiempo geológico, numerosas
transformaciones que las convulsionaron y dieron su forma actual. Hoy es el
hombre el que participa en esta transformación decisiva para la organización
del espacio provincial.